– por Bruce Yocum

 Hoy en día nos enfrentamos con lo que pareciera ser una pandemia sin precedentes en la rapidez con que se ha difundido. Escuchamos a diario los nuevos y alarmantes reportes del número de infectados y muertas, la falta de instalaciones médicas para tratar a quienes están infectados – o incluso a los que están en mayor riesgo. Diariamente somos sometidos a proyecciones discrepantes del crecimiento de la pandemia y los potenciales efectos catastróficos en la economía mundial. Son comunes las predicciones de una crisis financiera similar a la Gran Depresión.

Ante todo esto, ¿qué debemos hacer nosotros como cristianos? ¿Es esta – o en qué sentido es esta – una de las “señales de los tiempos” que deberíamos ver? ¿Es esta una señal del fin de los tiempos?

Permítanme decir claramente, desde el inicio, que yo no soy ningún experto en nada médico. Ciertamente no se nada sobre el COVID-19. Mis comentarios pretenden únicamente ofrecer una perspectiva histórica y ver lo que dicen las Escrituras sobre un tema como este.

El ensayo de C.S. Lewis “Vivir en una era atómica”, escrito en 1948, al finalizar la II Guerra Mundial, aborda el tema de la perspectiva histórica. Su ensayo, en el torbellino de las preocupaciones del coronavirus, ha sido citado y vuelto a citar en el internet por muchos cristianos. Lewis dijo:

En cierto sentido, pensamos demasiado en la bomba atómica. “¿Cómo vamos a vivir en una era atómica?”. Me siento tentado a responder: “¿Cómo? Como habrías vivido en el siglo XVI cuando la peste visitaba Londres casi todos los años, o como habrías vivido en una época vikinga cuando los atacantes de Escandinavia podrían aterrizar y cortarte el cuello cualquier noche; o de hecho, como ya estás viviendo en una era de cáncer, una era de sífilis, una era de parálisis, una era de ataques aéreos, una era de accidentes ferroviarios, una era de accidentes automovilísticos”.

En otras palabras, no comencemos exagerando la novedad de nuestra situación.[1]

Ciertamente, Lewis no quería decir que la amenaza de la guerra nuclear no fuera una amenaza seria. Ciertamente él sabía que sí lo era y por eso dijo que “en cierto sentido” pensamos demasiado en eso. En cambio, él estaba intentando ponerlo en perspectiva y en contexto. La perspectiva es histórica, el contexto es el Evangelio. De un modo similar, yo no quiero minimizar la amenaza del COVID-19 sino ponerlo en una perspectiva histórica y situarlo adecuadamente en el contexto del Evangelio.

Primero, la perspectiva histórica del COVID-19. Sin temor a equivocarme es una seria amenaza a la salud de muchos y merece ser tratada con seriedad. Pero solos es una de las muchas amenazas fatales con las que lidiamos diariamente. En el 2018, unos 10 millones de personas se enfermaron de tuberculosis alrededor del mundo, 1.5 millones murieron por esa causa.[2] En las filipinas se estimaron 591.000 casos de TB ese año.[3] Al escribir este artículo (30 de marzo, 2020) la Organización Mundial de la Salud reportaba que, al 29 de marzo, 2.191 personas han muerto por el virus COVID-19 en los Estados Unidos.[4] Del  2016 – 2019 un promedio de casi 40.000 personas al año han muerto en accidentes de tránsito en los EEUU y 4.4 millones se han lesionado con la suficiente seriedad como para necesitar atención médica en el 2019.[5] Se estimaron 562.500 casos de cáncer de mama en Europa en el 2018.[6] La influenza en sus varias formas (no el COVID-19) causa entre 291.000 y 646.000 muertes anualmente.[7] Pareciera que las pandemias han ocurrido unas tres veces por siglo. “Los historiadores médicos nos dicen que ha habido nueve pandemias de influenza en los últimos 300 años. O sea que cada 30 o 35 años, o a grandes rasgos, tres veces por siglo es que uno puede esperar la frecuencia futura de las pandemias de influenza”.[8]

Tal perspectiva histórica nos ayuda a entender el consejo de Lewis “…no comencemos exagerando la novedad de nuestra situación”. Por supuesto que no estoy abogando por la inactividad ni la irresponsabilidad social. Debemos tomar seriamente esta pandemia y debemos dar testimonio como ciudadanos responsables e incluso ejemplares. Dando eso por sentado, también necesitamos perspectiva.

Segundo el contexto del Evangelio nos enseña que este tipo de desastres no son advertencias “especiales” ni extraordinarias, sino que son algo que podemos siempre esperar.

Cuando sepan de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin. Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá terremotos por todas partes; también habrá hambre. Esto será apenas el comienzo de los dolores. Marcos 13:7-8.

Estas son advertencias, pero no son advertencias “especiales”. Son las advertencias ordinarias que siempre podemos esperar, que no advierten a quienes ya han recibido el Evangelio, sino a los que no lo han hecho.

En aquella ocasión algunos que habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacrificios.Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan. ¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan» Lucas 13:1-5.

Estas advertencias no se dirigen a quienes ya han recibido el Evangelio: ellos no las necesitan. Ellos ya han sido advertidos.

« —Dinos, ¿cuándo sucederá eso? ¿Y cuál será la señal de que todo está a punto de cumplirse? Tengan cuidado de que nadie los engañe —comenzó Jesús a advertirles—. Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy”, y engañarán a muchos. Cuando sepan de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin”. Marcos 13:4-7.

Jesús le dice a sus seguidores que si escuchan (“con cuidado”) sus enseñanzas no deberían alarmarse cuando estas cosas sucedan. El repite su exhortación inicial de “tener cuidado”: en el versículo 9 “cuídense”, el en versículo 23 cuando les dice que ya saben todo lo que deben saber “Así que tengan cuidado; los he prevenido de todo”.

En fin, ¿es esta una señal de los tiempos, de la inminente segunda venida? Haré eco de Lewis: “en cierto sentido” sí, y en otro no. De un modo sí, porque Cristo ya le dijo a sus discípulos que en estos tiempos habría constantes advertencias, muchas razones para alarmarse si ellos (nosotros) no estuvieran preparados.

el Señor sabe librar de la prueba a los que viven como Dios quiere, y reservar a los impíos para castigarlos en el día del juicio. 2 Pe. 2:9.

Este versículo pareciera muy fuerte a menos que recordemos lo que Pedro también dice un poco más adelante:

El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. 2 Pe. 3:9.

Entonces sí, en cierto sentido, las pruebas como la actual pandemia son señales de la segunda venida, pero son señales para aquellos que no conocen el Evangelio. Y hay muchas, muchas señales así. Como Lewis hace ver en su ensayo, es muy fácil para nosotros imaginarnos que “el mundo nunca antes ha visto algo como esto”. Pero a lo largo de la historia ha habido cataclismos que parecieran no tener precedentes. Algunos ejemplos recientes como recordatorio:

  • La erupción del volcán Krakatoa en 1883 que se estima cobró 36.000 vidas y lanzó tanta roca pulverizada y polvo a la atmósfera que se alteró el clima y la apariencia del cielo por al menos tres años.
  • La primera guerra mundial cobró la vida de unos 40 millones de personas y fue motivo de sufrimiento incalculable para varios millones más.
  • Al final de esa guerra, vino la Gripe Española. “Se estima que unos 500 millones de personas o un tercio de la población mundial se infectó con este virus. El número de muertes se estimó en 50 millones de personas alrededor del mundo…”[9]

Aún otro sentido importante en que estas señales no están dirigidas a los cristianos, no dicen que aquellos que han recibido el evangelio deben cambiar sus vidas si ya viven fielmente como discípulos. Siempre se dice a los cristianos que estén alerta, siempre preparados para la segunda venida, para el regreso del Maestro.

¡Estén alerta! ¡Vigilen! Porque ustedes no saben cuándo llegará ese momento. 34 Es como cuando un hombre sale de viaje y deja su casa al cuidado de sus siervos, cada uno con su tarea, y le manda al portero que vigile. 35 »Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben cuándo volverá el dueño de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; 36 no sea que venga de repente y los encuentre dormidos. 37 Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Manténganse despiertos! Marcos 13:33-37.

Nuevamente, Jesús le dice a sus seguidores que tengan cuidado y que vigilen. Tener cuidado porque “no saben cuando llegará ese momento”. Cristo ya les había dicho que “en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el PadreMarcos 13:32. El punto aquí es que no necesitamos tratar de determinar cuando será la segunda venida, precisamente porque no sabemos y no podemos saberlo, sino que debemos estar alerta y vigilantes todo el tiempo. Debemos vivir fielmente los mandamientos de Cristo de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, en cualquier circunstancia en que nos encontremos. En el pasaje al que me referí antes, Pedro nos dice en el contexto del regreso del Señor:

Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.11 Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable 12 y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. 13 Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia. 14 Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él. 2 Pe. 3:10-14.

Con seguridad, esto es lo que Lewis quería decir cuando dijo “…como habrías vivido en el siglo XVI …” debemos vivir siempre como quienes esperan el regreso inminente del Maestro y por lo tanto están despiertos, alerta y haciendo lo que el Maestro les encomendó…

Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. 36 Pórtense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. 37 Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. Lucas 12:35-37.

Si no estamos llevando “vidas de santidad y rectitud” entonces deberíamos ver estos desastres como un llamado a despertar, a estar alerta, a llevar a cabo nuestras responsabilidades con fidelidad y a amar a Dios y a nuestro prójimo – pero no alarmarnos

Al escribir esto, mi hermano John señaló que esta puede ser una oportunidad llena de gracia para la misión. Y al recordar el libro del sociólogo Rodney Stark, “El crecimiento del cristianismo (The Rise of Christianity)”,[10] John dijo:

Las plagas y los desastres naturales han sido una de las mayores causas de despoblación. Stark está de acuerdo con algunos padres de la Iglesia en que las epidemias y las plagas contribuyeron grandemente al éxito de la cristiandad incipiente. Tales eventos causan bastante dislocación social, lo cual abre nuevas vías para la fe. Aquí, él argumenta que el contenido de la fe cristiana y el modo en que cuidaban unos de otros fue una de las mayores razones para el éxito de su misión.

“Así en un tiempo en que todas las otras religiones eran cuestionadas, el cristianismo ofrecía explicaciones y consuelo. Aún más importantemente, la doctrina cristiana proveía una prescripción a la acción. O sea que el modo cristiano parecía funcionar”. (p. 82)

El caos urbano en el mundo romano también sirvió para bien de los cristianos. Stark retrata un estado devastador de las ciudades romanas, con poblaciones que promedian la densidad actual de Calcuta – y aún peores en términos de limpieza y salubridad:

“Dada la limitada cantidad de agua, los medios de salubridad y la increíble densidad de humanos y animales, la mayoría de las personas en las ciudades greco-romanas debió haber vivido en una suciedad inimaginable” (p. 153).

“Quisiera sugerir que el cristianismo revitalizó la vida en las ciudades greco-romanas al aportar nuevas normas y nuevos tipos de relaciones sociales eficaces para superar muchos problemas urbanos urgentes. En ciudades llenas de indigentes y pobres, el cristianismo ofreció caridad, así como esperanza. EN ciudades llenas de forasteros y peregrinos, el cristianismo ofreció un medio inmediato de acoplamiento. En ciudades llenas de viudas y huérfanos, el cristianismo ofreció un nuevo sentido extenso de familia. En ciudades desgarradas por la violenta lucha étnica, el cristianismo ofreció una nueva forma de solidaridad social. Y en ciudades que enfrentaban epidemias, incendios y terremotos, el cristianismo ofreció servicios eficaces de enfermería y cuidado”. (p. 161).

Sin duda alguna, la pandemia del coronavirus es una tragedia, no solo porque muchos se han enfermado y otros han muerto, sino por la enorme carga que está poniendo sobre los hombros de los sistemas de salud, la dislocación social que está causando y el caos y el estrés financiero que ha traído. Ciertamente son tiempos de oscuridad.

Pero Cristo llamó a sus seguidores a ser luz del mundo. ¿Quién necesita luz cuando no está oscuro? En medio de esta crisis, no nos encerremos en la autoprotección. La vida de las comunidades cristianas y la presencia y el poder del Espíritu Santo nos dan recursos para la misión, para consolar a los que sufren, para dar esperanza a los desesperados y para compartir nuestros bienes con los necesitados. Hagamos eso ahora.

____________

Bruce Yocum es un miembro de los Siervos de la Palabra y fue miembro del Consejo Ejecutivo Internacional de la Espada del Espíritu. Derechos de Autor: Bruce Yocum © 2020. Usado con permiso.

Referencias:

[1] C. S. Lewis, Present Concerns, Ed. Walter Hooper, London, Harcourt Inc. 1986, p. 73

[2] https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/tuberculosis

[3] https://extranet.who.int/sree/Reports?op=Replet&name=/WHO _HQ_Reports/G2/PROD/EXT/TBCountryProfile&ISO2=PH&outtype=pdf

[4] https://www.hopkinsmedicine.org/health/conditions-and-diseases/coronavirus/coronavirus-disease-2019-vs-the-flu

[5] https://www.nsc.org/road-safety/safety-topics/fatality-estimates

[6] https://www.google.co.uk/search?hl=en&as_q=annual+deaths+from+breast+cancer+in+Europe&as_ epq=&as_oq=&as_eq=&as_nlo=&as_nhi=&lr=&cr=&as_qdr=all&as_sitesearch=&as_occt=any&safe=images&as_filetype=&as_rights=

[7] https://www.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html#/bda7594740fd40299423467b48e9ecf6

[8] http://www.cidrap.umn.edu/news-perspective/2007/02/severe-pandemic-not-overdue-its-not-when-if

[9] https://www.cdc.gov/flu/pandemic-resources/1918-pandemic-h1n1.html

[10] Rodney Stark, The Rise of Christianity, 1996, Princeton University Press