El poder para vivir en comunidad cristiana

– por Bob Tedesco

Uno de los primeros resultados registrados de Pentecostés fue la nueva iglesia, la nueva comunidad. Pentecostés es conocido como el nacimiento de la iglesia, la iglesia que es, desde el inicio, una comunidad. Utilizo esa palabra pues ese es el modo en que se describe en los Hechos de los Apóstoles: sus “distintivos” son comunitarios y no es simplemente una congregación que da culto a Dios.

Algunos “distintivos” de la iglesia primitiva:

  1. Era diferente. Los de fuera le decían “el camino”. Ellos comentarían: “miren como se aman unos a otros”. Ellos compartían sus bienes (Hechos 2:44-45).
  2. Su contacto y actividades juntos eran frecuentes. “Todos los días se reunían en el templo, y en las casas…” (Hechos 2:46)
  3. Tenía un aspecto familiar. Se llamaban unos a otros hermanos y hermanas.
  4. Fue necesaria una palabra poco común (ágape) para describir su amor fraterno.
  5. Una palabra muy fuerte (koinonía) fue necesaria para describir sus relaciones.
  6. Compartían las comidas juntos.
  7. Sus familias estaban centradas en la familia de Dios.

La principal gracia de Pentecostés

Creo que esta primera comunidad fue la principal gracia de Pentecostés… esta es su señal, este es su prodigio y este es su milagro: personas que se aman unos a otros en Cristo, centrando sus vidas en El con un modo de vida en común.

Para apoyar esta conclusión, te pido que consideres esto: en 1 Corintios 12-19 se habla de los diversos dones y tenemos que el amor es la forma “más excelente” en el capítulo 13. Se comparan varios dones entre sí y se ordenan por rango; la profecía ocupa un lugar alto. Estos dones o las personas que los tienen son comparados con las partes del cuerpo: partes innobles, partes hermosas, etc.

Pero, toda esta discusión sobre las “partes” presupone el cuerpo e insiste en que nosotros formamos ese cuerpo con nuestros dones. Por lo tanto, la principal gracia o resultado de Pentecostés es el cuerpo. Todos los dones y los roles están para dar apoyo y para edificar el cuerpo. Dones como la sanación o la profecía nunca deben fenómenos aislados (en sí mismos), sino, más bien, parte de una expresión del cuerpo. Caminar por el campo profetizando pierde el objetivo de Pentecostés: el cuerpo.

Koinonia: Comunidad unida espiritualmente

Have varios años, el gran maestro cristiano Bob Mumford abordó el tema de “koinonía”. Tras cinco o seis cintas con varias citas de varios estudiosos griegos, aún no lograba definir la palabra “konionía”, traducida como comunión en Hechos 2:42. Pareciera haber un lazo espiritual entre aquellos que son bautizados en el Espíritu. Es algo misterioso que no podemos comprender: un lazo de unidad. A menudo sentimos cierto gozo interno cuando estamos juntos. Se puede observar en retiros, campamentos, celebraciones del Día del Señor. Los niños “atrapan” esto en los retiros, y estamos faltando al servicio a nuestros hijos y a nosotros mismos cuando faltamos a esos eventos anuales. Pareciera ser que cuanto más el evento se centra en el Señor, mayor es el sentimiento de celebración interior y de unidad.

Este magnetismo interior o gracia puede incluso tener una expresión regional o internacional cuando nos reunimos con otros miembros de la Espada del Espíritu en conferencias de verano o eventos internacionales de líderes. Nuestros hijos experimentan ese lazo en los eventos regionales de jóvenes y, ahí, comprenden de un modo muy real nuestro “llamado y visión” mediante la experiencia de koinonía.

Como ejemplo personal, yo tengo dos amigos – Jim y Connie – que viven a más de 50 kilómetros de donde yo vivo. Estamos juntos en la comunidad Pueblo de Dios, pero somos de lugares diferente, en zonas geográficas distintas, familias, parroquias y círculos sociales diferentes, incluso tenemos pasatiempos distintos. Sin embargo, cuando estamos juntos algo resuena dentro de mí, algo celebra y se llena de gozo con ellos. Mi alianza con ellos reconoce lo que ya existe: un lazo espiritual en el Espíritu: koinonía.

Nuestra respuesta

A través de los años, creo que un error de la renovación carismática ha sido enfocarse más de la cuenta en los dones y perder de vista esta unidad koinonía. Es un magnetismo, aunque se puede ignorar si nos alejamos. La atracción puede romperse o debilitarse debido a la falta de atención. Yo creo que el autor de la carta a los Hebreos 10:25 nos advirtió sobre esto cuando dijo “sin abandonar su propia asamblea, como algunos acostumbran hacerlo”.

Debemos nutrir, animar y proteger la unidad (Efesios 4:3). Debemos anticipar el propósito del Espíritu Santo y debemos tomar nuestras decisiones de acuerdo con esto. (Ver las respuestas de José en Mateo 1:19,24, 2:14, y 2:19-23.)

Hemos recibido la gracia para vivir en un pueblo local, que da culto y que se deja dirigir. Un pueblo que ama a Dios y a los demás con un modo de vida en común. Al hacer esto, anticipamos y participamos en el propósito del Espíritu Santo.

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Este artículo fue extraído, traducido y adaptado del libro “Essays on Christian Community”, © 2010 Bob Tedesco. Se puede adquirir el libro en Tabor House.

Bob Tedesco es un expresidente de la Región Norteamericana de La Espada del Espíritu. Es uno de los fundadores de la comunidad Pueblo de Dios en Pittsburgh PA, EEUU, y ha sido uno de sus líderes principales en los últimos 40 años. Tomado de El Baluarte Viviente edición Junio/Julio 2017.